miércoles, 29 de septiembre de 2010

lunes, 27 de septiembre de 2010

Donde manda marinero

NO sé que quiero, pero sé lo que no quiero,
Sé lo que no quiero y no lo puedo evitar.
Puedo seguir escapando, y aún lo estoy pensando,
lo estoy pensando pero estoy cansada de pensar.



Andrés Calamaro

domingo, 26 de septiembre de 2010

Cambio

Le puse color al blog. La otra plantilla era media siútica. Ya está. Mmm, no me gustó como quedó. Se ve fleto.
La gallina se va a enojar conmigo, me va a picotear.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Idiota despierta, idiota dormida. Cómo no.

Me di cuenta de que hasta en sueños puedo ser terriblemente antipática y odiosa.

El otro día soñé que me llevaban a una casa de campo nueva, creo que la dueña me la estaba mostrando. La habían decorado para hacer un evento allí o grabar una película, qué sé yo... no recuerdo bien la situación, pero sí recuerdo lo que le dije sinceramente a la dueña mientras me hacía un tour y me la mostraba:

"A esta decoración le hacen falta unas telarañas de mentira y un par de murciélagos de plástico para que sea realmente horrorosa. Porque es eso lo que intentaron hacer aquí, o no?"

Menos mal era sólo un sueño. Y si no fue un sueño, alguna mujer en alguna parte del mundo debe estar odiándome por menospreciar su decoración puesta ahí con tanto esmero, y eso lo encuentro terrible.

Terrible

Terri...

ble.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Mi pololo imaginario

A los cinco años, tuve un amor. Fue quizá el primero, pero no sé si el único. Era un amor a distancia porque él vivía en China, pero qué se le iba a hacer, a veces las cosas no son tan fáciles como uno quisiera. Él se llamaba Chin-chín y era de raza china, con los ojos razgados e imposibilitado para pronunciar la "r". Y aunque ese detalle me perturbara cuando hablábamos por teléfono, yo lo quería igual. Era un excelente conversador, me llamaba casi todos los días y yo le hablaba por el teléfono azul con rueditas que me había regalado mi mamá para navidad. Otras veces lo llamaba yo, para contarle que lo echaba de menos, o para retarlo por alguna cosa estúpida, como es natural en toda relación amorosa. Eso a veces lo molestaba y me amenazaba con mandarme por encomienda un paquete lleno de cobras reales hambrientas para que me picaran una que otra vez, a ver si me moría. Pero yo sé que era parte de su humor, y que jamás habría hecho algo así, porque creo que ya les mencioné que era el hombre perfecto. Por lo tanto, dejando de lado el detalle de que estaba muy lejos y nunca lo había visto, Chin-chín era con seguridad -y tenía a toda mi familia convencida de ello- mi futuro esposo, y pobre del que me dijera que estaba perdiendo el tiempo porque jamás vendría a verme desde China.

¿Por qué tenía que ser chino y no blanco como todos los niños que yo conocía?, ¿Cómo y cuándo terminó lo nuestro? No me pregunten porque no me acuerdo, tengo grandes lagunas mentales sobre mi infancia. ¡Sólo sé que de repente no me llamó más! Debe haberse encontrado a una china bien dotada.

martes, 14 de septiembre de 2010

No hay descaro.

Todo depende de cómo sea visto el descaro. Depende si es visto a través de mis ojos, o de los tuyos. Quizá desde el lugar en donde estoy, el panorama sea bastante grotesco, ridículo y salte a la vista el descaro.... Pero si me paro donde estás tú y pienso: "cómo lo verá él desde allá" tal vez no haya nada de eso. Tal vez sólo se hayan combinado la suerte, e indudablemente una gran cuota de tus patrones repetitivos inconscientes. La inteligencia racional e intelectual es admirable -planificas todo, como nadie lo ha hecho nunca- pero en estos casos, i. emocional se agradecería bastante.

Por último, podrías evitar tu educación cortés. Ah! y tu sonrisa aburguesada, está un poco pasada de moda. Lejos quedó la época en que una sonrisa te permitía el pase a todos lados. No se puede ser monedita de oro. Y como consejo, podrías ser más descortés... sí, descortés como lo has sido últimamente, porque eso te sienta mucho mejor.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Sabotaje

No le temo a la velocidad del sonido, ni de la luz, ni de la electricidad.
No me generan desconfianza -no sé por qué.

sábado, 11 de septiembre de 2010

La máquina




Ellos son Máquinas, que a veces lanzan descargas eléctricas.
Descargas de 30 millones de voltios... como un trueno que quema, que eriza los pelos, que rostiza la piel. Máquinas que solían ser humanos, pero que el horario del trabajo los hizo olvidarlo. Mimetizados con la máquina madre, ya no son más lo que fueron.
Intento caminar entre ellos; algunos como yo, procuran recordar que son humanos; otros en tanto, ya lo olvidaron.

Aunque debo decir que yo no nací sabiéndolo. Solía creer que todos eran humanos aquí. Pero me di cuenta un día en que me dirigía al metro, caminando por el andén. En ese momento debo haber equivocado un paso -soy humana- pero a uno de ellos -máquina por excelencia- le disgustó mucho. Al parecer había entorpecido su rutina programada y rápida, su circuito de pasos contados y fríamente calculados.
El que entonces tomé por un hombre, me lanzó una descarga muy fuerte, en forma de gritos e improperios que un principio no entendí (pero que más tarde, expertos en máquinas me explicarían lo que significaban) y me asusté, me dolió, quemó y rostizó.

Cuando lo miré a los ojos y vi que eran de un color gris sin expresión ni brillo, supe que ya no era humano, que se había entregado hace mucho tiempo. Con los pelos parados y la piel aún rostizada, esperé que hiciera su descarga y se alejase para subirse al metro.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Enamorada de nada

Sin siquiera enamorarme, sin sentir mariposas en la guata, siento lo mismo, pero por nadie. No sé de quién o de qué me he enamorado, es sólo una cosa que siento.
Soy la enamorada de la nada. A la que se le acelera el corazón cuando pasa el viento,
o se le erizan los pelos cuando el sol le llega en la piel.
soy la enamorada de la nada, y de todo a la vez.
Hay tanto que ganar, y tanto que perder!

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Allí no está


Algunos dicen que ella está allí.
Específicamente allí y no allá.
y que si allí la buscan,
allí van encontrarla.

En ese verde parque, bajo las flores
que cubren el pasto
que cubre la tierra,
que cubre el cajón
que la cubre entera.

Eso dicen todos, y además es fácil de creer.
pero lo más fácil no siempre es lo cierto,
y yo me enteré de otra cosa:
Ella nunca estubo allí.
nisiquiera ha visto ese parque
donde todos dicen que está,
porque en realidad se encuentra muy lejos
bailando el cha cha cha.



Un abrazo para todos, Fernanda.