miércoles, 12 de junio de 2013

Weás de la Matilda

Soy un poco como mi peor enemiga. A veces, en momentos de lucidez me arrepiento por haber saboteado todo el tiempo a Matilda. A mí me gustaría ser como ella, me gustaría ser tan bonita, tan simpática, y tan talentosa. Pero le pongo trampas para que no pueda hacer las cosas que anhela, le pongo trabas, trancas, traumas, y todo lo que empieza con tra. No le he permitido ser la mejor, no le he permitido querer como ella quisiera, aprender algún tipo de danza, estar en una academia teatro, o escribir una novela. Matilda es una niñita secuestrada en mi maldito jardín claustrofóbico y neurótico. No sé cómo ayudarla(me).

martes, 11 de junio de 2013

El perro

Y el perro, chascón y sucio, siguió al hombre por la vereda. Iba vestido con pantalón de oficina, (el hombre, no el perro) y llevaba una bolsa de papel en la mano, de esas donde se echa el pan. Y al ver que el animal lo seguía se detuvo. Entonces el perro también se detuvo y se echó a sus pies de espaldas al suelo para revolcarse. Sin expresión en el rostro, el hombre que era muy guapo, jugueteó con el perro varios minutos. Mas allá unas viejas cocorocas comenzaron a detenerse y a  mirarlos con ternura. Los transeúntes pasaban. También pasé yo, y los miré un buen rato. Todos los miraron. Y entonces pensé que un hombre que trata así a un perro no puede ser malo. Pero en la vida no todo es lo que parece. No supe nunca qué llevaba en su bolsa el hombre, pero en la noche mientras veía la televisión apareció una fotografía de él en las noticias. Al parecer fue un asesinato por celos. Se dice que el gásfiter era más guapo que él. Por supuesto el perro sigue ahí, y hoy le hizo cariño una señora mayor.