lunes, 28 de julio de 2014

Desgano

-Siento que gano desgano- le dijo ella un día. Y era mentira porque mientras más ganaba, más perdía. "Y si pierdo mis ganas - continuó - y gano desgano, qué es lo que pierdo y qué es lo que gano?". Él ahora estaba frente a la ventana, viendo cómo un zorzal picoteaba el pasto. Había llovido la noche anterior y el pájaro aprovechaba la humedad para buscar lombrices. Por otro lado era normal que ella hiciera las mismas preguntas semánticas cada vez que habían dormido juntos. "Las ganas se pierden cuando el desgano te gana", dijo él al fin. Hace tiempo que ya no eran los mismos.


miércoles, 23 de julio de 2014

Los despistados

Somos esa clase de personas que sufren tanto como los depresivos, los obsesivos o los que tienen insomnio. Sufrimos pero pasamos inadvertidos, porque al final del día no le contamos a nadie y aprendemos a vivir con esto. Somos los despistados. Esos súper humanos cuyo poder es hacer de lo más insignificante, una misión imposible. Esos a los que todo nos cuesta el doble porque en nuestra cabeza hay una mezcla de caos, música y más caos: se pierden las llaves, se quema el pan en el tostador, el pase escolar desaparece, la tarjeta para sacar plata se nos queda en el cajero. Y nos reímos solos cuando día tras día tomamos el metro en dirección contraria. Nos reímos también cuando ya sentados en la micro recordamos que es domingo y que ese día no se trabaja. Sí, los despistados reímos cuando nos están mirando, pero la verdad es que lloramos en silencio por todas esas cosas perdidas en un descuido y que, desafortunadamente nunca sabremos dónde fueron a parar. Carnets de identidad, relojes, ropa interior, libros, amigos, autos, amores e incluso familiares, todos perdidos por no haber puesto más atención. Y lo que es peor, vivimos la tragedia más inevitable y ridícula –pero sistemática- de todas: la pérdida del tiempo.