domingo, 25 de diciembre de 2011

La gata Ágata

Érase una vez un cuento ridículo hecho por gente ridícula para ser leído por gente ridícula.


La familia Barriga tenía una gata. Era la gata ágata, gorda y esponjosa con los ojos desbocados y mirada escrupulosa, que se sentaba todos los días a la misma hora sobre la tv, colgando y moviendo su cola sobre la pantalla cual péndulo que el tiempo anunciara. Todo transcurría siempre igual para la familia Barriga, don Rómulo traga que traga y doña Panchita rascándose la panza. Pero un día muy peculiar, Panchita fue a sentarse a ver la tv cuando la gata Ágata (por esos caprichos que sólo tienen los gatos) decidió sorprenderla dando un salto que la transportó en segundos sobre su regazo mientras Panchita tejía lindas pantitas para su nieta Susana Maraña. Al ver que el tejido había quedado arruinado por las patitas sucias de Ágata la gata, Panchita gritó: Gata irresponsable! Gata irrespetuosa! Gata irreverente! sin que nadie la escuchara, pues Rómulo ya se hallaba en el tercer sueño entre ronquidos y trozos de pizza desparramados por su cama y la gata Ágata tampoco la oyó, pues en ese mismo instante salió disparada por el ventanal sin que nadie nunca volviera a verla.