domingo, 31 de agosto de 2014

Tus miedos

He pensado en mis miedos. He tratado de enfrentarlos y me he dado cuenta de que son estúpidos y sin sentido, como echarle mayonesa a la sopa. Pero hay uno al que le tengo respeto, y es el miedo que le tengo a los tuyos.

martes, 19 de agosto de 2014

La maniquí envidiosa

La miré de reojo para que no se diera cuenta, porque me dio rabia que tuviera un cuerpo tan perfecto y fibroso sin tener que hacer nada de ejercicio. Traté de hacer como que no la veía pero la maniquí no tenía una pizca de tonta y me devolvió la mirada desde el otro lado de la vitrina. Fueron sólo unos segundos, pero pude sentir sus ojos llenos de envidia: Yo estaba viva y ella no. A veces se me olvidaba eso. También se me olvidaba que los maniquíes nos tienen mucha envidia.

domingo, 10 de agosto de 2014

Buses de caramelo

Subí apurada al primer bus que encontré. Olía a baño y a trapo húmedo, así que bloqueé mi sentido del olfato. Busqué mi asiento -el 33- con el desgano de algo que ya se ha vuelto rutinario con los años, y le pedí permiso a una señora  para pasar por encima de ella, intentando usar mis habilidades contorsionistas. Siempre es igual. Quedé en el puesto de la ventana y le dije que se pusiera el cinturón. Ella miró sonriendo y asintió con la cabeza: "si no después le pasan la multa a uno", dijo con tonito inocente. Lo que venía después era un silencio incómodo y una mirada rápida al celular. Las cuatro con veinte. A esa hora un vendedor de golosinas con la piel curtida se subía a ofrecer turrones, y mi compañera de asiento compró dos, aprovechando la promoción de 2 x 500. Cuando partió el bus ella alargó su mano. "Tome, un turrón para el viaje. No para usted, para el viaje" -repitió con una risita, como dándose cuenta de lo que había dicho. Le agradecí el gesto y tuve que hacerme su amiga; tras aceptar el caramelo, se pasa a formar parte del juego.

jueves, 7 de agosto de 2014

Señora

Ahí va muy coqueta y maquillada como mona la señora chasquilluda de la esquina. Trabajó duro todo el mes para vender el doble de pasteles, porque quería irse a Costa Rica a ver si allá saltaba la liebre. No alcanzó a comprar los pasajes cuando estaban baratos así que al final no viajó. Pero con la plata que juntó se compró una chaqueta de gamuza fina y ahora se cree la Lady Di.