Todos tenemos una estrella en algún lado. La mía era una gigante roja y se llamaba Aurelia. Un día comenzó a brillar más de lo normal y se convirtió en supernova. Como era de esperarse, explotó.
Pero eso yo todavía no lo sé, porque Aurelia está muy lejos de la tierra y su luz llega desfasada. Para verla morir tendría que esperar 100 años.