martes, 28 de mayo de 2013

La luna

La luna está triste. Ella dice que nació triste, pero yo creo que la vida la fue poniendo así. Esa vida tan sola que lleva, tan crítica del mundo. La luna es mi amiga, mi muy íntima y querida amiga. Y ella está triste, sí, pero hoy yo estoy más triste. Estoy triste porque no me gusta ver como se hunde de apoco en el mar sin remedio... sin que nadie haga nada. Y yo tampoco puedo hacer nada para ayudarla, es tan testaruda que mis palabras no las escucha. En realidad ya no escucha a nadie. Y va directo a hundirse... Por ese amor que no sabe quererla, ese amor que en vez de darle aliento, se lo quita.

lunes, 27 de mayo de 2013

La crueldad del innombrable.


La gente no cambia. Con pantalones amarillos o sin ellos, ví que seguías siendo el mismo. Y  mi espinilla, bueno mi espinilla ya desapareció, pero gracias por hacerlo notar.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Desierto Rojo, Michelangelo Antonioni, 1964


Sandro le dice a su mamá:
-Mamá, mamá, ¿cuánto es 1+1?
-Ecco Sandro, son 2…
Sandro tenía un frasco de pintura azul en la mano. Coloca una gota de pintura acuosa en una lengüeta de cristal:
-Pero Mamá aaa, mira…
Sandro coloca otra gota encima de la gota azul que ya estaba en el cristal y se hace un único charco translúcido, sólo que más grande.
-Ya viste, mamá, 1+1 es 1…


Consciencia del ratón que nos habita.

A veces, cuando me ducho o me estoy quedando dormida, tomo una exacerbada y terrorífica consciencia de que vivo.  Siento mi cuerpo caliente, mi corazón latiendo y la sangre corriendo por ahí, sin que yo lo haya decidido. Tan frágil y extraño este cuerpo -pienso mientras me jabono en la ducha- mientras me miro estos bracitos de carne, y las piernecitas largas que sostienen todo esto. A veces los veo sólo como eso, como un material parecido a la plasticina que algún día va a degradarse, a oxidarse como el metal, o llenarse de polillas como la lana. Y entonces siempre llego a la misma conclusión:

Soy un robot manejado por un ratoncito que está metido en mi cabeza y es inmortal, nunca envejece, él maneja mi cuerpo y éste le obedece. Pero el día que mi cuerpo se eche a perder, cuando me falten piezas y se haya oxidado, el ratón, aunque joven aún, no tendrá vehículo para movilizarse, no tendrá casa donde vivir y se tendrá que ir a otro planeta. Aún no decido si se va a ir a Marte o a Júpiter.