miércoles, 6 de septiembre de 2017

Chocolatecaliente



Nunca más tomemos juntos chocolatecaliente. Yo porque me quemo y tú porque lo tomas sin ganas sólo por darme en el gusto. Lo descubrí una vez cuando llovía y te dije que fuéramos a tomar un café y tú pediste un mocachino y yo un chocolate caliente. Tenía ganas de tomar hace tiempo pero cuando encontramos un café y nos sentamos, algo andaba mal con la carta: “Está la opción de tomarlo ligero o espeso”, leí en voz alta intentando entender a qué se refería el que lo redactó.
Era confuso que te dieran la opción de tomarlo ligero porque el chocolate caliente siempre ha sido medio espeso, pero por otro lado ofrecían tomarlo "espeso", lo que me hizo dudar si los chocolates calientes que he tomado en mi vida habían sido realmente espesos, y si era posible que existiera en el mundo uno aún más espeso, mucho más espeso del que yo conocía.
Luego de un silencio incómodo el mesero me miró con ojos de huevo duro y me explicó en pocas palabras que "nada, está la opción de tomarlo ligero o espeso". Volví a quedar en las mismas y cuando pasaron unos minutos sin poder decidir comencé a mirarte para buscar tu complicidad, o ya al menos la complicidad del mesero, o por último la complicidad de algún transeúnte que fuera más avanzado en la materia de chocolates calientes y me ayudara a aclarar mi rumbo. Corría viento y se llevó un par de servilletas de la mesa, se empezó a poner más helado y yo no podía escoger, pero el mesero no dijo nada y tú te encogiste de hombros. Por el bien de todos, tuve que decidirme y cuando ya estaba segura le dije que me trajera uno "liviano no más", pero cuando el hombre se iba yendo a la cocina cambié de opinión y le pedí "uno espeso mejor, vamos a ver como es eso".
La taza llegó humeante y a la primera probada ya no pude tomarlo, parecía un flan caliente, la cuchara se quedaba parada sin moverse en medio de la masa dulzona.
Debes haber visto mi cara de decepción, porque me diste tu mocachino y te tomaste tú mi chocolate que parecía budín. Insististe varias veces en que "estaba delicioso" y te lo tomaste sonriendo, saboreándote incluso. "Mmmm que rico" dijiste, aunque tiempo después reconocieras que ese era el chocolate caliente más malo que habías tomado en tu vida.