miércoles, 18 de agosto de 2010

El momento más grave de mi vida


Qué frío hace afuera, y qué poco lo setimos aquí dentro. Es el café, es tu libro de poemas, la gente que pasa, o el queque de vainilla tal vez. -"¿Por qué siempre los hacen de vainilla, lo has notado?"- te pregunto. No tienes la menor idea y ríes, nunca te lo habías preguntado. Sólo sabes que ahí estamos; dos locos detenidos en el tiempo. ¿Quién más que tú para recitar poemas, y quién más que yo para oírlos ahora? Me tomo el café a sorbitos y escucho atenta, mientras abres uno de esos libros con palabras bonitas. Comienzas a recitar, invocando la voz de ese poeta que mágicamente parece encarnarse en la tuya. Vives cada palabra antes de decirla, y después de salir de tu boca, ellas se dibujan en los vidrios empañados y salen a mezclarse con el aire dulzón de aquel local de café tan pequeñito, en Baquedano.
Antes de llegar al último verso tomas un respiro y terminas: -"...El momento más grave de mi vida, no ha llegado todavía"- Te quedas en silencio y sonríes. Después de ese poema de César Vallejo, tu voz vuelve a ser tu voz. Y claro, se me ha acabado el café. Pero ¿sabes? todo es distinto ahora. Ya no hace tanto frío y no importa mucho la hora que sea. ¿Será el café? ¿Será tu libro de poemas? ¿La gente que pasa o el queque de vainilla tal vez? Quizá sólo seamos nosotros, un par de locos detenidos en el tiempo.

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