domingo, 17 de abril de 2011

El cacho de tener un elefante.

Hay tantas ocasiones en que quisiera que mi elefante perfumado dejara de existir. Me obligan a actuar para él, en un circo al que yo no quiero ir, porque de un tiempo a esta parte, odio los circos y a todos sus personajes grotescos. Además, hay veces en que realmente amanezco cansada y sin ganas de actuar. Por eso he pensado seriamente en que un día voy a darle veneno al elefante. Va a costar matarlo porque es inmenso, pero en realidad yo no quiero matarlo, sólo quiero dejarlo atontado. Mal que mal es la principal atracción de un circo pobre como éste. Y es tan perfumado que llega a dar pena querer acabar con él. ¡Pero es tan demandante de atención y tan ambicioso! yo al menos ya no lo quiero para mí. Sólo me hace engañarme y querer ser quien no soy en realidad. Yo no soy bailarina de circo, ni domadora de elefantes, soy sólo la encargada de alimentarlo y limpiarle sus necesidades, por lo mismo ya no quiero tener a un animal tan grande como ése a cargo mío. ¿Qué voy a hacer cuando se le acabe la comida? alimentar a tan enorme bestia no es fácil, y menos va a serlo en tiempos de recesión. Perdonando la expresión: ¡Es un cacho! prefiero que me hagan cuidar a un animal más chiquitito.

(*) En la antigua china, al ego, se le denominaba elefante perfumado.


F

No hay comentarios:

Publicar un comentario

hola, Soy Gallina. Si quieres opinar sobre esta entrada, haz tu comentario aquí :)