Anoche para molestarme, tiraste mi billetera a la calle y yo la fui a buscar, corriendo. Mientras me agachaba para recogerla, un par de autos que venían a gran velocidad por la autopista, tuvieron que esquivarme y por poco no me atropellan. Llegué al otro lado de la calle con la billetera en mi mano, vacía, porque al correr había desparramado todo su contenido. Cuando me puse a gritarte que eras un idiota, y que me habías hecho perder mi dinero, un perro llegó a mi lado y vomitó todas las monedas sobre mi mano.
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