Me obligué a escribirte para no olvidarte, para no dejar que te fueras realmente.
Y aunque estas palabras, inútiles ante todo, no me devuelvan ni el eco de tus pasos
o no puedan traerte de nuevo desde el fondo, yo conservo aun la minima esperanza
de recrearte en mis recuerdos, de invitarte a mis mañanas frías y bucólicas,
o sentarme contigo una tarde de verano a fumarnos un cigarrito, como viejas amigas.
Siempre guardo una esperanza aunque sea ínfima, de que estas letras se vayan por un tranvía
y te lleguen justito para la hora de almuerzo, estés donde estés.
Y si no te llegaran, por lo menos me dan a mí un poquitito de consuelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
hola, Soy Gallina. Si quieres opinar sobre esta entrada, haz tu comentario aquí :)