domingo, 7 de abril de 2013

Los sábados

Nos cuesta ponernos de acuerdo para querernos. Sólo tenemos tres días a la semana. ¡tres días a la semana! un tiempo tan corto, pero suficiente igual. Para empezar odiándote el viernes, cuando llegas todo enérgico y saltarín con tus maletas,  cantando cariñosón y cambiando las cosas de lugar, contando chistes y riéndote a todo pulmón, así llegas. Eres como esos niños felices que salen de vacaciones, y yo como un animal en su madriguera, me pongo mañosa. Te odio un poco por cambiar mi esquema.
Cuando llega el sábado ya empiezo a acostumbrarme y a recordar cuánto te eché de menos el lunes, martes, miércoles y jueves y cuánto te quiero. El sábado es como ese día intermedio donde los dos nos ponemos de acuerdo. tú ya no estás tan enérgico y yo ya empecé a quererte de nuevo. empatamos, te digo. Y el domingo, bueno el domingo es pan comido. Resulta que ahi tu amor ya va en descenso pero yo recién he vuelto a enamorarme. Me baja el amor y ahora soy yo la niña chica llendo por primera vez a Fantasilandia, la que se te cuelga al cuello, la que te hablar hasta por los codos y te dice "tu ya no me querí". Pero tú ya andas indiferente, pensando en el puerto que te espera, en cuánto te costará el pasaje, y en la música que quieres hacer en tu "home studio", sí, así le dices porque te juras gringo.
Bueno ¿cómo lo hacemos entonces? te pregunto. Veámonos los puros sábados, ese es el día en que los dos coincidimos, dices tú con una sonrisa y te sale tan natural como quien habla del clima o de lo rica que está la vecina. Ya pos. nos vemos el próximo sábado entonces. me das un beso. Y ahí se lleva de nuevo la micro al flaco despistado.

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