lunes, 14 de abril de 2014

Salmones y rubíes

Alguna vez alguien me preguntó de manera casual si yo era feliz. De manera no tan casual respondí con un sí forzado, dando a entender que ni tanto. El o ella preguntó por qué la duda en mi respuesta, a lo que yo muy probablemente respondí con tres puntos suspensivos y un "es que es eso relativo", entre medio. A veces me acuerdo de esas preguntas que se hacen cuando uno sale de noche. Hoy no necesité que fuera de noche ni que alguien me lo preguntara, lo hice yo. Sin ánimos periodísticos me auto entrevisté cuando iba en la micro. ¿Eres feliz?, ¿Cuánto te importa la felicidad ajena? ¿Realmente lo más importante en tu vida es ser feliz?. Y cuando dí con esa ultima pregunta, dí también con su respuesta. La micro dobló por Irarrázabal hacia Vicuña Mackenna, yo tenía calor y un tipo enfrente me miraba las manos, pero no le puse atención. Pensé instintivamente en que yo no había nacido para ser feliz. Que ese no era el propósito de mi vida, que yo quería vivir pero no así, no de la manera en que se vive cuando sólo se persigue la felicidad.Lo pensé en un minuto en que la canción del mp3 se acabó y empezó la siguiente. Lo pensé como se piensa algo de forma descuidada sin ponerle atención, como cuando uno recuerda un pedazo de canción y no sabe de dónde la sacó, o cuando pasa alguien con el mismo olor de una persona que uno prefirió olvidar. Seguí mirando por la ventana mientras creía haber dado con una revelación importante. Con aires preocupones me bajé de la micro, apurada como siempre porque casi se me pasa el paradero.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

hola, Soy Gallina. Si quieres opinar sobre esta entrada, haz tu comentario aquí :)